La actividad agrícola se desarrolla en las parcelas familiares: los productos que se cultivan para la venta en el mercado en orden de importancia son: papa, cebolla colorada o paiteña, ajo y haba. En el cultivo de estos productos se utiliza una tecnología semitecnificada con el uso de fertilizantes químicos y orgánicos (estiércol animal), fungicidas e insecticidas, para la producción de papa, la roturación del suelo se la hace en forma manual, con yunta y eventualmente cuando el campesino dispone de recursos económicos con tractor; para las labores agrícolas de siembra se acostumbra solicitar la colaboración de amigos y familiares a través del sistema de prestamanos o maquita mañachi; generalmente realizan tres "curaciones". La primera a los 45 o 60 días de efectuada la siembra, la segunda y tercera de acuerdo a las condiciones climáticas de la zona; junto a las "curaciones" se realizan labores de deshierbas y aporque.
Aunque algunas parcelas cuentan con riego, la producción agrícola de Pilahuín es de temporal y depende casi exclusivamente de las lluvias de páramo. Los riesgos más frecuentas en la agricultura son de carácter climático, especialmente la sequía, las heladas, las granizadas y las enfermedades fungosas (lancha, tizón y roya). Para contrarrestar el efecto de las heladas, que vienen precedidas de un brusco descenso de temperatura la noche anterior, los indígenas suelen hacer fogatas o regar las sementeras.
Las variedades de papas más comunes en la zona son: Catalina, Chola, Uvilla, Leona y Gabriela. Los indígenas se abastecen de semilla en el mercado de la ciudad de Ambato o a través de las parcelas que con éste propósito tiene la organización con asesoramiento técnico de CESA. Hasta hace pocos años, para la provisión de agroquímicos los campesinos acudían a los almacenes de la ciudad de Ambato; actualmente en la comunidad de Yatzaputzán se ha instalado un almacén de insumos de la COCAP, que es administrado por los propios indígenas. En la década pasada los indígenas de Pucará Grande se especializaron en la producción de ajo, encargándose ellos mismos de su comercialización en las ciudades de Ambato y Quito; esta actividad trajo una cierta bonanza a los productores y hubo una época añorada por los campesi
Actualmente, la infestación de los suelos con enfermedades fungosas que trajo el cultivo del ajo ha obligado a los indígenas a diversificar los cultivos; esta crisis, sin embargo, ha sido aprovechada por los campesinos de otras comunidades, actualmente hay una importante producción de ajo en San Isidro y Mulanleo. En la zona baja, donde las parcelas disponen de riego, los cultivos se realizan mediante el sistema de huachos (surcos) y canteros.
En el manejo agrícola, los campesinos practican la asociación y rotación de cultivos. Las asociaciones más comunes son: Haba-melloco, mashua-melloco-oca, haba-oca, haba-papaquinua y papa-arveja (únicamente en el piso bajo). Las asociaciones tienen una estrecha relación con la producción destinada al autoconsumo y constituyen una estrategia para maximizar el uso del espacio y para minimizar los riesgos climáticos y el ataque de plagas y enfermedades. La rotación de cultivos se practica más continuamente con aquellos productos destinados al mercado y se combina con las actividades pecuarias: En el piso medio, donde las posibilidades de diversificación son limitadas, la rotación más común es la de la siembra de papas por dos años consecutivos, seguido del establecimiento de pastos durante tres años, para luego reiniciar con el cultivo de papas.
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